Juan Pablo Bustos Thames afirma que detrás de la biografía sobre José Ignacio Thames que él ha escrito hay no sólo un interés familiar, del orden de la geneaología, sino la necesaria reivindicación histórica de un “congresal olvidado”. Y tanto, asegura el historiador, que sobre los restos del prócer -en predios de la Catedral tucumana- hoy hay una playa de estacionamiento.
Abogado, ingeniero en sistemas y conductor del programa televisivo “Contame una historia”, Bustos Thames es sobrino chozno de quien fuera diputado por Tucumán en el Congreso que en 1816 declaró la Independencia y presidente de ese cuerpo en agosto de ese año. Autor de “El presidente olvidado del Congreso de Tucumán: genealogía, biografía e iconografía”, Bustos Thames destaca que lo que se había escrito hasta ahora sobre el prócer y clérigo que fue congresal entre 1816 y 1818 eran “trazos biográficos, o algunos artículos”.
“Recopilé todo lo que pude encontrar: una investigación sobre las sesiones secretas que Thames presidió, y en las cuales hay una riqueza tremenda, investigaciones de Carlos Páez de la Torre sobre Thames, documentos de los Archivos Histórico de la Provincia, Mitre y General de la Nación”, memora el historiador. Y enfatiza, en diálogo con LA GACETA, que el objetivo de esta obra, que presentará esta semana en la Feria Internacional del Libro, es rescatar la figura del congresal y compartir con sus contemporáneos la riqueza de las sesiones secretas del Congreso de Tucumán y los temas que marcaron la agenda del cuerpo mientras Thames lo presidió.
Para destacar
¿Cuáles fueron los temas que le llamaron la atención del período investigado? “Dos temas muy interesantes: primero, el constante esfuerzo del Congreso de Tucumán por buscar la concordia. Y destaco eso porque muchos historiadores revisionistas le pegan al Congreso de Tucumán, lo asocian con las logias. Pero en esta etapa tucumana del Congreso bajo la presidencia de Thames es impresionante el esfuerzo del Congreso para convencerlo a Artigas de que se incorpore. Se le suplica que se sume; tema que muchas veces, en ‘la historia del colegio’ no aparece”, reflexionó Bustos Thames. Y suma un segundo aspecto, que él explica como el intento por mantener la integridad de las Provincias Unidas, a partir de las lecturas de que el Congreso había dejado a Artigas librado a su suerte ante la invasión portuguesa.
“En la sesiones secretas surge la necesidad de mantener el equilibrio internacional. Porque ya teníamos a los realistas en el norte, y a Güemes haciendo lo que podía para frenarlos. En Tucumán, de refuerzo, con Belgrano y lo que quedaba del Ejército del Norte. En Cuyo, San Martín, armando como podía el Ejército de los Andes. Se hace un esfuerzo diplomático de enviarles embajadores a los portugueses para convencerlos de que abandonen por las buenas la Provincia Oriental. Y eso, pese a la oposición de Artigas”, afirma Bustos Thames.
En detalle
En su libro, el autor destaca tanto la actitud componedora de su antecesor como su estatura intelectual; ese perfil de Thames es el que emerge, entre otros momentos, en el rico y complejo debate acerca de la forma de gobierno para la entonces naciente Nación, y en su argumentación en favor de una monarquía constitucional encabezada por un inca (postura belgraniana).
“Thames dice que de esa forma se haría justicia, porque era un modo de reintegrarle lo suyo a quien fue privado de ello por una usurpación. Él esboza así una teoría jurídica, y eso queda asentado en el Redactor del Congreso”, afirmó Bustos Thames.
Dos curiosidades encontró el investigador sobre la marcha: 1) el sello que usó el Congreso hasta su traslado a Buenos Aires y, 2) el bastón de Thames que estaba abandonado en el Museo Histórico Nacional, y que el sobrino chozno está decidido a “repatriar” .
- Usted tiene una interpretación personal acerca del sello que el Congreso hizo hacer para negociar con los portugueses...
- Así es. Tenían que redactar un poder para mandarles embajadores a los portugueses. Resolvieron hacer un sello provisorio, que debía tener unas montañas, un río y un sol. El sello de formato ovalado, que hoy lo vemos en la Casa Histórica, se hizo en un taller de Tucumán. Yo interpreto que estaban las montañas, por las provincias con montañas, y los ríos por las provincias del Litoral, incluyendo a Artigas. Mi interpretación es que el Congreso, hasta en ese símbolo, está expresando la unión de las provincias. Ese sello se usa mientras el Congreso sesiona en Tucumán. Y cuando se traslada a Buenos Aires cae en desuso.
- En su libro usted cuenta una anécdota curiosa sobre un bastón de Thames...
- De Thames no se conserva nada, salvo un bastón, que está en el Museo Historico Nacional. Lo había donado en 1907 una señora de apellido Colombres. En la descripción que encontré figuraba que tenía 90 centímetros de alto, un regatón de bronce y una empuñadura de oro. En cuanto supe de ese bastón empecé a insistir para que me lo mostraran. Hasta que me mandan una foto. ¿Qué veo? (muestra la foto que está en el libro): que falta la empuñadura de oro. Alguien se la llevó en los más de 100 años que el bastón estuvo ahí. Y me dio tanta bronca que, como cualquier hijo de vecino, le pedí al director del museo que repatriemos el bastón de Thames, para que esté en la Casa Histórica.
- ¿Por qué lo considera el prócer olvidado?
- Porque los tucumanos no sabemos quién es Thames: hay una calle, una escuela, pero no mucho más acerca de este prócer que fue congresal entre 1816 y 1818, y que cuando renuncia al Congreso se vuelve de Buenos Aires a Tucumán como un ciudadano de a pie. Como debe ser. Y tanto es un olvidado que hasta se ha perdido la tumba de Thames. Porque fue enterrado en la Catedral, sin honras fúnebres. Y cuando se levantó el templo nuevo se hizo la playa de estacionamiento, y quedó enterrado allí.